15 jul 2018

EL PARAGUAS DE PUTIN

Para quien no se mire el espectáculo del fútbol desde el punto de vista deportivo no entenderá el porque las personalidades políticas presentes en la entrega de trofeos de la final del Campeonato del mundo en Rusia acabaran chorreando pero con una amplia sonrisa. El único que no se mojó fue el presidente y anfitrión ruso Bladimir Putin con su paraguas. El aguantar estoicamente la lluvia, es una forma de solidarizarse con el esfuerzo que hacen los jugadores. No deja de ser anecdótico que en pleno siglo XXI no se utilice un útil que dé cobijo a varias persona a la vez, una especia de gran paraguas o palco desplegable en un santiamén. Porque está visto que el lamentable espectáculo que hemos visto hoy seguramente se dará o habrá dado en muchos países del mundo y no solo en una final. El caso es que al paraguas de siempre, a nuestro paraguas le debemos un reconocimiento. 
Según una leyenda china, el paraguas fue inventado por Lu Mei, una joven que había retado a su hermano a idear algo que les protegiese de la lluvia. En una noche, Lu Mei construyó un bastón del que pendían 32 varillas de bambú cubiertas de tela. Lo cierto es que el paraguas ya existía en China en el siglo XI a. C. De allí pasó a Egipto y Grecia, donde fue usado como sombrilla. Tras la caída del Imperio Romano, desapareció hasta finales del siglo XV, cuando resurgió en Francia como objeto de lujo. El químico escocés Charles Macintosh presentó en 1823 el primero impermeable, que hedía a caucho.

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