25 mar 2019

¿SISTEMA O ANTI-SISTEMA?

El año pasado leímos en prensa de que en Suecia la idea futurista de que un implante electrónico bajo la piel sustituye a las llaves, las tarjetas de visita y los billetes de tren son ya una realidad para varios miles de temerarios indiferentes a los riesgos potenciales. La práctica por ahora es confidencial y no ha generado ninguna polémica en un país loco por las nuevas tecnologías y quizá menos temeroso que el resto a la violación de datos personales, donde los beneficiarios de la seguridad social aceptan desde hace tiempo que su información sea compartida entre las administraciones públicas.
La siguiente noticia de corte científico -político, ha aparecido esta semana en diversos medios:
Tras una reunión urgente del Consejo de Ministros convocada por la crisis de los “chalecos amarillos”, el Primer Ministro Edouard Philippe anunció nuevas medidas represivas de última generación, además de las antiguas, como el empleo de drones y los marcadores químicos codificados (PMC).
Hasta ahora los marcadores se habían utilizado para prevenir los atracos a bancos y furgones blindados, señalizando los billetes con tinta indeleble.
Pero la técnica ha introducido una novedad, los objetos de marcado codificado, que son dispositivos químicos indetectables a simple vista, inodoros e incoloros, que permiten marcar tanto las propiedades, como las personas y los lugares.
Tanto la implantación voluntaria o no de chips, como la ducha callejera con marcadores químicos en las manifestaciones, están trastocando el mundo individual, particular o íntimo de la persona que a marchas forzadas está desapareciendo.
Si queremos sentirnos solos, apartados de esta sociedad, de este sistema que nos controla a todas horas, solo nos quedará la solución de imitar al pastor u hombre de campo que desde joven optó por la opción anti-sistema.

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