Llamas a un supuesto colega para contarle que tu pareja está a punto de dejarte y te suelta que él no se queja de estar solo. Cuando estás pasando por una mala época, parece que se alegra y su autoestima se dispara. Es probable que esa persona sea, en realidad, un frenemigo.
Nos referimos a los amigos ambivalentes, por los que sentimos afecto, pero que, muchas veces, nos causan dolor emocional. Casi siempre sienten celos de nuestros logros y disfrutan si las cosas se nos tuercen. Son expertos en el arte de meter el dedo en la llaga cuando deberían arroparnos y consolarnos. No importa que los consideremos inseguros, envidiosos o narcisistas: les tenemos cariño y nos resistimos a cortar por lo sano.
En 2007, los psicólogos norteamericanos Julianne Holt-Lunstad y Bert Uchino tomaron la tensión de 107 voluntarios mientras hablaban de un acontecimiento negativo con un frenemigo y, luego, con un verdadero aliado. La presión arterial era más elevada en presencia del primero, con el consiguiente riesgo para el corazón.
El problema reside en la ambivalencia con la que tiñen la relación. Esperamos algo de ellos -claro, son nuestros colegas-, pero nos producen ansiedad y frustración. Un peligroso atajo hacia la enfermedad, pues el estrés reduce la eficacia del sistema inmunitario. Además, estos investigadores calcularon que alrededor de la mitad de nuestras relaciones personales son ambiguas y agobiantes: incluyen, también, a los familiares a los que no tenemos más remedio que soportar.
En otro experimento, pedían a los voluntarios que realizaran dos tareas: un cálculo aritmético mental y defenderse de una falsa acusación. Las personas con más pseudoamigos tenían una frecuencia cardiaca y una tensión arterial más altas durante las actividades. Esto se traduce en menos resistencia al estrés y más riesgo de sufrir depresión.
Más información sobre el tema en el artículo ¡Ten frenemigos para esto!, en el número 371 de MUY INTERESANTE, escrito por José Andrés Rodríguez.
Curioso el nombre. Amigos de verdad, lo que en esencia es una amigo, creo haber tenido tres en toda mi vida. Conocidos ni te cuento, pero me han dado muchos pequeños desengaños. Frenemigos, lo pensaré. Haberlos hailos. Hay gente muy contenta porque tiene cientos en internet, pero realmente están en la mas absoluta soledad.
ResponderEliminarQue verdad dices Marcos, que tenemos pocos amigos en general, no sé el motivo, porque en ese juego, cada uno de nosotros jugamos el mismo papel y por lo tanto podemos ser criticados, malentendidos u odiados etc., SObre lo que dices de Internet, hombre si que es cierto pero siempre es mejor tener una relación on-line que ninguna, no crees?
EliminarGenial, Antoni, nunca nada más cierto.
ResponderEliminarSe ve que huís de los frenemigos. Vaya foto de gente bien plantada, tenéis pinta de que vais a durar más que la pana, así que no me extraña el título del blog.
ResponderEliminarViví cinco años en Montornés y conozco bien vuestra zona, espléndida.
Enhorabuena y un saludo.
Pues sí, Ana, "fíate del Santo y no corras". Dices que viviste en el pueblo vecino de Montornes, supongo que conocerás el Castell de Sant Miquel.
ResponderEliminarBienvenida al Club y ya sabes que por el solo hecho de visitarnos, la vida te reglará unos añitos mas!! que aunque eres joven todavía seguro que no los rechazaras.
Saludos cordiales Ana
En tiempos pasados estos elementos no humanos pertenecían al SIM, servicio de información militar, directamente en contacto con la policia social y la guardia civil. Eran los amigos que te apuñalaban sin ningún pudor. De aquellos polvos, a veces, vienen estos lodos. Compañeros de trabajo que son lamezapatos para medrar a tu costa, que son implacables ante su desprecio por la palabra amigo, que incitan a la realización de hechos para posteriormente criticarlos. Son la hez de la hez de esta podrida sociedad. Perfecta tu publicación, Toni.
ResponderEliminarUn abrazo, Tocayo.