Ser o no ser, esa es la cuestión; tomar partido sobre una cuestión, opinar, mojarse, implicarse, o no complicarse la vida y quedarse al margen sin entrar en el juego democrático. De cara a la vida, hay que tomar partido. Definirse por algo o por alguien, pues hacer como que no pasa nada, lleva al engaño, a la falta de sentido. Lejos de ser apáticos, tenemos que actuar, involucrarnos, colaborar, siendo capaces de elaborar una crítica constructiva y, por ende, comprometida.
Pronto estaremos en tiempo de elecciones, y nos volveremos a identificar con aquel u otro partido, si bien hay quien se siente independiente y actúa al margen de los partidos. Para mí, esa opción también la contemplo como tomar partido. Particularmente tomo partido y quiero lo mejor para todos, cosa que debiéramos compartir todos y no entrar en conflictos políticos-electorales, pero de casta le viene al galgo, y de ahí no salimos. Si nos decantamos por la derecha, seremos criticados por las izquierdas y viceversa ¿es mejor opción el centro, o declararnos independientes?. El hecho de que nuestro señor Jesucristo tenga casi todos los números de que fuera más de izquierdas que nadie, debiera ser un punto de partida para hacernos reflexionar a la hora de tomar partido.
Muy certero e interesante texto.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu amable visita.
Saludos.
Gracias Amalia, nos seguimos visitando
EliminarSaludos
Y ¿donde estarían los partidos del centro en esta foto celestial?
ResponderEliminarPues...muy buena pregunta Anónimo. Hasta yo quisiera saber la respuesta, así que no te la puedo dar. Y si, es verdad que entre el negro y el blanco hay infinidad de matices; al igual que entre el bien y el mal...supongo. Y de ahí los juicios, entre ellos el FINAL.
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